¿Existe una manera católica de comer? Daniel Rabourdin dice que sí
Y otras enseñanzas del presentador del programa “Teología de la mesa” de EWTN.
Por Teresa Limjoco.
¿De dónde vienes?
De la región de Provenza en Francia, que yo llamo “la
Toscana francesa”. Mi familia vivió allí por generaciones. Pude conocer a mis
abuelos y bisabuelos y la fibra social era muy estable. Es importante tener
raíces en un lugar.
¿Por qué piensas eso?
La vida no es perfecta, pero si los niños tienen
discrepancias con sus padres, pueden encontrar resguardo con sus abuelos o
bisabuelos en la misma casa o pueblo.
Para mí, la importancia de las raíces está en la
transferencia de la experiencia de miles de personas antes que tú. De
generación en generación… Si no tienes esto, tienes menos inteligencia.
¿Siempre has sido tan
devoto?
Crecí como católico pero entre los 24 y 32 años, cuando vine
a los Estados Unidos, me hice agnóstico.
Pero creo que haber pasado por ello fue casi necesario como
forma de lograr una “fe adulta”, ya que se convirtió en una decisión
consciente. Volví al cristianismo debido al hecho de que la Iglesia no es una
ideología más; tiene amor de caridad. Eso está más allá de todo sistema.
Entonces mejor que la pongamos en práctica. La religión no debe ser sólo una
actividad “ritualista”.
Eres un graduado de
la Sorbona, ¿verdad?
La educación pública en Francia era de una educación de
buena calidad con una fuerte disciplina –no se podía hablar en clase, por
ejemplo—. Pero existía ya una ideología anti-cristiana. Más tarde fui a un
colegio católico creado por laicos. Casi no existían buenas escuelas en manos
del clero. Mi escuela se especializaba en la filosofía tomistas y recibí mi
Maestría en Filosofía por la Sorbona a los 21 años en 1983.
¿Cómo llegaste a
EWTN?
Mientras estudiaba televisión en los EE.UU. y Europa, era
escritor independiente para la prensa francesa. Cuando me quedé sin dinero,
puesto que este trabajo no paga bien, el Padre Fessio de Ignatius Press me
recomendó “golpear la puerta” de EWTN, y fui contratado casi en el acto. Fui
productor de televisión allí durante diecisiete años.
¿Qué comías cuando
creciste en Francia?
Como solía decir mi abuelo: “Comía de todo un poco”. Mi
propio padre comía alimentos orgánicos y frescos. Todos los días teníamos sopa
casera, o pasta de harina de trigo y pan de masa madre sin levaduras
artificiales. Los domingos, pollo, pescado o conejo. Dos veces al año, tal vez,
carnes rojas. Comíamos grandes cantidades de lácteos, incluyendo yogurt y
queso. Mucha manteca, mucho
aceite de oliva. Y siempre todo fresco. Nunca comíamos nada procesado.
Los adultos tomaban una copa de vino tinto diariamente. La comida tenía que
saber bien y ser sana al mismo tiempo.
¿Cuál es el vínculo
entre el tomismo y la mesa?
La filosofía tomista es muy sabia en cuanto a la no separación
entre la mente y el cuerpo.
Santo Tomás de Aquino decía que hay dos deseos mundanos y
naturales principales en el hombre: uno que permite a la especie sobrevivir (el
interés sexual) y otro que permite al individuo sobrevivir (el interés por la
comida).
Pero todos los deseos naturales necesitan ser
progresivamente ordenados por los buenos hábitos, por modales también llamados
“virtudes”. Para tener una vida buena, debemos descender conscientemente y con
la gracia de Dios a la vida de nuestros deseos. Si no lo hacemos, no somos más
que animales, o algo peor. Pero esto no significa para nada negar nuestros
deseos corporales. Simplemente los pondremos en armonía con el resto de
nosotros mismos y con el mundo.
¿A qué te refieres
como “virtud” cuando hablas de comer?
Quiero decir, por ejemplo, que lo que se opone a la gula es
la templanza y que ésta es una virtud necesaria para tener una vida buena. Debemos saber cuándo parar de comer.
Hacerlo es
como mirar con inteligencia nuestro future. Esto significa que si
tenemos 20 años, nos preocupamos por nosotros mismos “cuando tengamos 60 años”.
Nos preocupamos de nosotros mismos con una comida apropiada, un ejercicio
apropiado y un estilo de vida apropiado.
La sabiduría de las generaciones debería enseñarnos que, por
ejemplo, el azúcar refinada no es buena. Ya hay suficiente dulzor en los higos
y las frambuesas. Y en los higos y las frambuesas hay, además, minerales y
vitaminas. El dulzor es una ingeniosa manera que tiene el universo de la comida
para hacernos comer aquello que es bueno para nosotros. Pero si comemos azúcar
casi pura en galletitas de harina blanca, no estamos comiendo algo alimenticio.
Ese “buen hábido” de comer frutas en vez de azúcar pura
puede ser enseñado a los niños en una crianza tradicional. Los abuelos, quienes
han comprendido con el tiempo que el azúcar refinada los deja cansados y sin
nutrientes, pueden decírselo a los nietos.
Si los niños no escuchan esto y miles de otras cosas acerca
de la comida, comienzan a vivir sus vidas privados de cientos de años de
sabiduría acumulada. Voy a sonar fuerte aquí pero creo que esto es como volver
a la Edad de Piedra. Todo el conocimiento debe ser adquirido de nuevo desde
cero.
¿Entonces una crianza
tradicional enseña a los niños a comer apropiadamente?
Muchísimo… Como niños y si no somos corregidos, preferimos
comer pollo con papas fritas, en vez de espinaca y yogurt probiótico. Comemos
la comida “fácil” incluso si puede dañarnos en el futuro. La gula es como la
avaricia, ser un niño sin padres nos hace así, ser un veinteañero que no
escuchó a sus abuelos nos hace así.
Otro buen hábito de alimentación es que la comida debe saber
bien y ser buena.
Y todos estos principios deben aprenderse de manera
divertida.
He aquí un “truco” que mi padre usó con nosotros sus hijos.
Nos servía en nuestros platos algo de ajo salteado, zanahorias y perejil. (El
objetivo era enseñarnos a comer las comidas más diversas y sanas. Así seguimos
comiendo así en el futuro.)
Nosotros, los niños, nos sentíamos aterrados por esas
zanahorias. Pero mi padre no nos
forzaba. Sólo se comía lo que dejábamos con exagerado disfrute. De modo que
nosotros, sus hijos, reaccionábamos diciendo: “¡también queremos si tanto te
gustó!”. Mi padre no nos imponía, usaba la diversión. Pero se preocupaba en
transferirnos estos conocimientos: comed de manera tan diversa como sea
posible, tan fresca como sea posible y seguid extendiendo vuestra
experimentación con la comida.
¿Qué piensas de la
manera en que comen los estadounidenses?
Durante algunos años me sentí en estado de shock. (Risas.)
En mis primeros años aquí, escuchaba a gente repetir con culpa “esta comida es
tan rica” o “esta comida es tan decadente”. Y estaba sorprendido. ¿No se
suponía que la comida era para “enriquecernos”?
He aquí otra comida. Unos años atrás, estaba saliendo con
una linda joven estadounidense y descubrí progresivamente que sufría de
depresión. También era
anoréxica. De modo que comía muy poco. Si me visitaba y era la hora de
la comida, cocinaba para ambos, pero básicamente yo era el único que comía.
Ella sólo tomaba una cucharada de comida.
Pero una noche, cuando la comida era más sabrosa y se vía
mucho mejor, sólo le serví cinco cucharadas en su plato. Para mi sorpresa, ¡comió todo! Era tan feliz. Y
le pregunté qué había pasado.
Me dijo que le había cocinado con amor. Le había servido con
amor, y así había comido. Tuve que entender que sus padres habían sido
intelectuales que viajaban frecuentemente dejándola al cuidado de niñeras. Su
madre casi nunca había cocinado para ella. ¿Para qué iba a comer?
Pero ahora yo me preocupaba por ella y, comiendo, volvió de
alguna manera a la vida. La comida le había aportado amor y la comida le
aportaba vida.
Se me llenaron los ojos de lágrimas.
¿Por qué crees que
tantos estadounidenses tienen problemas de alimentación?
En los Estados Unidos vivimos en una cultura protestante. “Sólo
la fe” tiende a ver las obras terrenas como algo que no cuenta para el Cielo.
Pone un abismo entre la fe y la vida real aquí en la tierra.
De ese modo, la gente reza de una manera pero trabaja da otra. De esta
dualidad, sacamos expresiones como “los negocios son negocios” o “la guerra es
algo feo de cualquier modo”.
Pero una cultura católica quiere que la gracia salve este
cuerpo real, esta vida real. Quiere que la gracia caiga como lluvia sobre la
tierra y se hunda en ella. Y sostiene que las obras de la gente participan en
la salvación de Cristo.
Esa participación debe estar presente en los negocios, la
política, las artes y, también, en la forma en que comemos. Y recordemos que
este “acto de comer” es algo importante, es la manera en que sobrevivimos como
individuos.
Necesitamos concientizar a la gente acerca de poner amor y
alma también en la manera en que comemos. Muchos piensan “la comida no es tan
importante”. ¿Pero por qué corren a la heladera cuando llegan a casa por la
noche?
Esto es similar a aquello de la Madre Teresa: “la pobreza de
Occidente es que no somos queridos”. No siendo amados, no siendo queridos,
resolvemos muchas veces comer en exceso mala comida.
Para muchos, la comida es como la pornografía. Es alta en
azúcares, es alta en sal, es mucha en cantidad. Pero no los alimenta.
¿Qué piensas que debe
hacer la gente?
Creo que algo inteligente que no dije es que debemos
“hablar” amablemente con nuestros deseos de comida; como un hermano mayor habla
con un hermano menor, no como un tirano habla con su esclavo.
Por ejemplo, podemos tener ansiedad de comida azucarada a
las 3 de la tarde. La forma tiránica de ocuparse del problema es decir un
rotundo “no” a ese deseo. Pero esto no
siempre funciona.
Pero el modo del amable hermano mayor es más efectivo. En
vez de decir “no”, debemos prepararnos para el momento de ansiedad con comidas
saludables alternativas que tengan un lado dulce: zanahorias tipo “baby”,
pedazos de manzana, higos secos, etc. Deberíamos tener siempre una bolsa de
comida siempre llena de eso.
Lo que estoy diciendo es que no debemos ser “tiranos” con
nuestras emociones. Si hemos tenido una dieta de chocolate líquido durante
meses (lo que es cansador y tiránico), nuestra ansiedad volverá de forma
vengativa ¡y nos llenará de kilos mucho más que antes!
Lo que funciona es un método progresivo, paciente y amoroso.
El método del “hermano mayor amable”. Lo que no funciona es el método tiránico,
el método del “amo al esclavo”. Sólo genera dolor, frustración y, más tarde, la
venganza del “hermano menor dentro nuestro”.
¿Por qué tanta gente
tiene tanta dificultad al controlar su apetito en los Estados Unidos?
Esta cultura tiene una inclinación bastante puritana:
condena lo divertido y el placer cualquiera sea. No imagina que pueda haber una
forma civilizada de divertirse y tener placer. La manera civilizada de
entretenerse va de la mano con la virtud. Como Jesús en las bodas de Caná quien
aceptó transformar más agua en vino.
En un medioambiente puritano, el placer sólo significa
glotonería y promiscuidad. Entre lo ultra tiránico y lo ultra indulgente no ven
una manera balanceada de disfrutar la vida.
Pero si somos “hermanos mayores” amorosos y amables con
nosotros mismos, no somos ni destructivos ni inmorales.
Has hablado de la
necesidad de volver a la comida en familia o en comunidad.
Todo el tiempo… Debemos volver a la comida en comunidad.
Creo que puede tomar el siguiente camino. Primero, las
mujeres deben dejar que los hombres recuperen su lugar en el hogar, en la
educación de los hijos. Se quejan de que ya no hay hombres reales, pero no
dejan de criticarle a los hombres que sean hombres con sus hijos.
Debemos dejar que los hombres (hombres justos y
equilibrados) traigan la fuerza necesaria para implementar lo que es bueno en
el hogar. Por ejemplo, hacer respetar el horario para comer todos juntos.
Y es tiempo de redescubrir lo que es ser alimentador.
Miremos el profundo significado de la alimentación materna del bebé. ¿Por qué
no continuar de esa manera cuando cocinamos?
Y en esto, el amor real nos pide que proveamos comida real. El
amor real nos pide que no les demos a los niños “chicitos” sino puré de papa
casero. El amor real nos pide que les demos manteca real, no margarina. Que les
demos verduras que tienen antioxidantes, no cereales con fibras…
Todo se trata de calidad, no de cantidad.
¿Qué está pasando en
Francia en términos de la cultura y la religión?
La buena noticia es que existen nuevas comunidades que,
aunque algo carismáticas, son como las aldeas que en la Alta Edad Media crecían
alrededor de los monasterios, mientras el caos reinaba en el resto del país. En
estas comunidades existe una vida social amorosa. La gente de allí tiene roles
diferentes como ser líderes, sacerdotes o miembros. Se componen nuevas
canciones, se crea un nuevo arte, se utilizan nuevas técnicas de construcción y
se fabrican nuevas artesanías. Y otra gente puede verlos desde afuera como un
lugar de alegría y aceptación.
También están las parroquias de misa latina. Comparten una
comida después de misa. La gente de afuera puede ver cómo se quieren los unos a
los otros. Todos éstos son como “burbujas de amor”, donde el calor es visible
para otros.
Ciertamente en Francia aún saben cómo comer bien. Pero en mi
opinión, la mayoría de la gente ha olvidado cómo trabajar bien, lo que aún es
fuerte en las culturas protestantes.
En los Estados Unidos disfruto el aliento a la iniciativa y
el respeto del éxito. Hay tanto positivo en esto.
De alguna manera, he llegado a la conclusión de que existe
en Francia alguna forma de puritanismo hacia el éxito, hacia la prosperidad.
Mucho más que aquí, la gente desprecia a los ganadores. Es un dejo de marxismo,
creo.
Pero esto es tan hipócrita como el puritanismo de la carne.
Porque, al final del día, los franceses aún disfrutan de un buen par de
zapatos, de unos ricos dulces y de unas lindas vacaciones. Cada una de estas
cosas necesita de la prosperidad, necesita que alguien tenga éxito en eso y que
sea premiado por ello.
Distintos países y naciones tienen sus fortalezas…
¿Cuál crees que es el
vínculo entre el catolicismo y el correcto uso de la naturaleza y de los
alimentos que tomamos de ella?
Aquí de nuevo, creo que no deberíamos dividir la fe y la
vida real. Debemos creer que esta tierra puede ser conducida nuevamente al plan
inicial de Dios por medio de la gracia y las obras de los hombres.
Y así como debemos amar nuestro cuerpo y elevarlo con las
obras de las virtudes, debemos amar la naturaleza y cuidarla. Existe por
ejemplo un mal manejo de los animales. Amontonar a las gallinas como lo hacemos
no es correcto. Alimentar al ganado vacuno con granos en vez de pasto no es
correcto. Y, al final, terminamos también sufriéndolo: nuestra comida es de
baja calidad. Personalmente, creo que mucha de la comida que como no huele
bien.
Creo que debemos dar a esos animales una mejor vida. Sé que
la comida que proveerán será más cara, pero sólo tendremos que comer menos de
ella. De cualquier forma, será mucho más sana. De nuevo, esto significa mayor
calidad y menor cantidad. Por eso, menos con más calidad, seremos mucho más
sanos.
Pero no creo en forzar a la industria a hacerlo. Si nosotros,
los consumidores, compramos lo de mejor calidad, aunque con menor frecuencia,
influenciaremos naturalmente a la economía.
¿De dónde sacaste estas
ideas?
Hubo un diálogo que comenzó en mí, acerca de mis padres. Mi
padre era todo “comida saludable”. Mi madre, que tuvo una vida dura y un gran
corazón, frecuentemente caía bajo la tentación de la comida rápida. Le hacía
mal, murió joven y sigo pensando en ello.
Una vez que aterricé en la vida estadounidense, tuve que
articular una respuesta a la forma de vida que veía aquí. Y también me
preocupaba la gente. Entonces los amigos me pidieron que escribiese esas ideas.
Otros me dijeron que los hice descubrir todo un universo nuevo: el de la comida
verdadera y buena. Y debo decirte que ver la cara de alguien que prueba tu
comida sabrosa y sana por primera vez, vale un millón de regalos de Navidad. Es tan bello.
Además, sólo articulé una forma de vida que me fue dada. Yo no
inventé nada. Si la manera de comer francesa (o italiana, o española, o
libanesa) ha sido delineada durante dieciséis siglos de fe católica, no pudo no
haber dejado rastros en la gente. Lleva tiempo desarrollar una buena tradición
alimentaria. Pero esto no es sólo cosa del cristianismo. Es la sabiduría
natural de la gente que nos es transmitida. Sólo en tiempos modernos, cortamos con
el pasado.
¿Cómo surgió la idea
del programa “Teología de la Mesa”?
Estaba sentado con una pareja de ancianos en su mesa y
hablábamos acerca de la manera en que comemos y creemos. Mis amigos me
alentaron a escribirlo, a producir un programa de televisión sobre el tema. Me
llevó dos años de pensar y convencer a los directivos de EWTN hasta que el
programa finalmente fue producido. Tuve que comenzar a escribir un libro al
mismo tiempo, que aún no está terminado…
Todos los cristianos deberían ver el vínculo existente entre
sus comidas, la cena pascual, la Última Cena, la crucifixión y la Santa Misa.
Jesús nos dejó el más alto sacramento que existe en la forma de una comida: la
Eucaristía. Es una recreación de la crucifixión, pero en la forma de una
comida.
¿Por qué Dios en su infinita sabiduría eligió una comida
como su más elevado sacramento? Podría haber elegido cualquier otro acto
humano, la carpintería, los deportes, caminar… Pero, en vez de eso, eligió el
alimento común del hombre. Debe haber mucho de bueno en la comida en comunidad,
¿no?
¿Existe un vínculo
entre la Misa y la comida?
Hemos olvidado nuestra fe incluso en la Misa. Decimos “el
pan de vida” al referirnos a la Santa Comunión, pero no lo vivimos. Cuando
tomamos la comunión, ¿realmente vamos a recibir el Pan de Vida que es Jesús
como alimento?
Todo esto sólo es comprensible y vivido si redescubrimos el
valor de comer todos juntos buena comida.
¿Cuál es tu
esperanza?
Yo sólo
ofrezco soluciones. La gente puede aplicarlas o no. Y sólo soy una voz
entre muchas.
Cuando la gente dice “no tengo tiempo para cocinar”, veo una
solución. Para la mayoría de nosotros, el tiempo es absorbido por mirar
televisión o llevar a los niños a las prácticas de deportes.
La televisión puede ser reemplazada por la charla de todos
en la mesa. Hacer deportes diariamente con una meta profesional puede ser
reemplazado por hacer deportes tres veces por semana en horarios que no
compitan con la comida familiar.
¿Cómo te está yendo con
el libro Theology of the Table?
Creo que lo habré terminado para el verano próximo. Ahora
estoy trabajando al 100% en el docudrama ‘The Hidden Rebellion‘.
¿Estás pensando en
producir futuros programas de televisión en EWTN?
Sí, están abiertos a sugerencias. Pero también me gustaría
aventurarme en los canales de cocina. Pero primero necesito muchos anunciantes,
mucho trabajo previo y unos 200.000 dólares.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario