Foto: Ditchling en la década de 1920

martes, 21 de enero de 2020

P2P y Distributismo

Michel Bauwens

Le pedí al autor distributista John C. Médaille [foto] que explicara cómo ve él la conexión entre el enfoque P2P y el distributismo.

Ésta es una introducción excelente y fácil de leer:


El punto más destacado de una red par-a-par [peer-to-peer, P2P] es que es una red de pares. Esto es, en cada nodo (o nudo), existe una entidad que es, en algún sentido, igual a todas las otras. Los participantes de la red serán, por supuesto, de tamaños y habilidades vastamente diferentes, pero en relación a cada uno, existe una especie de igualdad. Sin embago, si algunos nodos contienen código, información o recursos críticos que otros tienen que usar, y este uso puede ser restringido, entonces la red de pares se convierte, de hecho, en una red jerárquica.
Las econonías también son redes, y las economías "libres" requieren cierta igualdad entre los participantes. Cada persona produce lo que puede e intercambia como prefiere. Pero si algunas partes son vastamente más poderosas que las otras, entonces el mercado no puede ser libre. Si algunas partes tienen vastas pilas de riqueza, acceso superior a los recursos públicos, control monopolístico de provisiones críticas, entonces el mercado ya no es más "libre" en el sentido de ser una serie de intercambios libres entre pares.

Ésta, en una palabra, es la idea detrás de la filosofía económica conocida como "Distributismo". Es simplemente la idea de que los sistemas económicos y sociales trabajan mejor cuando los recursos productivos, tales como la tierra, las herramientas y la educación, están ampliamente distribuidas en toda la población. No necesita existir una igualdad precisa en la distribución de estos bienes, pero cada persona necesita algunos bienes para poder hacer su contribución a la sociedad, para proveer a su familia y a sí mismo, para enriquicer su vecindario particular, para hacer su contribución al bien común.

El Distributismo se distingue del capitalismo y del socialismo por su actitud hacia la propiedad productiva. El capitalismo, aunque formalmente permite que cualquiera tenga propiedad, tiende a concentrar la propiedad en unas pocas manos sobre la base de que el crecimiento económico depende del control de vastas acumulaciones de riqueza. El socialismo extiende la idea de acumulación reuniendo toda la propiedad en manos del Estado. Funcionalmente existe poca diferencia entre ambos, y en la práctica las dos ideologías tienden a fusionarse en el Estado de bienestar: el mundo corporativo provee los trabajos que pueda a los salarios que elija, y el Estado provee todo lo demás.

El capitalismo y el socialismo pueden ser criticados sobre bases tanto económicas como sociales. Económicamente, el capitalismo no es tan eficiente como dice. Sus economías de escala se convierten, en algún punto, en des-economías, a medida de que la gerencia se hace cada vez más lejana a la operación y a los "dueños" nominales de la firma, mientras el costo de recaudar información en organizaciones tan grandes excede el valor de esa información. Sin embargo, es políticamente "eficiente"; esto es, es eficiente para obtener subsidios y privilegios del Estado y externalizar sus costos. El mero tamaño de estas organizaciones les da acceso e influencia superior en el proceso político, y sus des-economías pueden ser saldadas por subsidios públicos.

Antes de que los gobiernos eligieran intervenir decisivamente en los mercados, esto es, antes de 1929, el capitalismo era un sistema extremadamente inestable. De hecho, la confusión que estamos experimentando hoy era más la regla que la excepción; en el período desde 1853 hasta 1942, la economía estuvo en recesión o depresión no menos del 41% del tiempo. Desde entonces la economía ha estado en recesión sólo 15% del tiempo. Más aún, las recesiones de preguerra eran, en promedio, el doble de largas y el doble de profundas que las de posguerra. Entonces, ¿esto significa que podemos dejar con seguridad la tarea de corregir los problemas del capitalismo al Estado?

Aunque la intervención estatal ha funcionado relativamente bien por al menos 70 años, la crisis actual y las deudas crecientes nos dan la razón para dudar que este sistema pueda continuar por mucho tiempo más. Pero incluso si logramos sobrevivir al tumulto presente y continuar como antes, existe otro problema. El estatismo convierte a todos de ciudadanos en clientes del Estado. Un ciudadano es uno que asume responsabilidad por él mismo y por su comunidad; un cliente exige servicios por una tarifa, una tarifa que frecuentemente exige que otro pague. Ésta no es la forma de contruir una comunidad. Pero un sistema económico debe asistir a la comunidad, debe ser parte y parcela de construir una persona, una familia y una polis. De hecho, no puede tener ninguna otra justificación, pues la mera acumulación de riquezas no justifica nada, especialmente cuando la riqueza es reunida en cada vez más pocas manos.

Los orígenes del Distributismo

Distributismo es un nombre nuevo para un viejo sistema. Pero en su forma moderna, puede buscar sus orígenes en las meditaciones de la Iglesia Católica sobre las condiciones económicas desde el siglo XIX. Comienza con la encíclica (una carta del Papa, León XIII en este caso), Rerum Novarum ("Sobre las cosas nuevas") escrita en 1891. Éste fue el momento en la historia cuando el arte de la Economía Política se reinventó a sí mismo como la ciencia de la Economía. Los nuevos economistas imaginaron que podían desarrollar una ciencia pura válida para todos los tiempos y lugares, y divorciarda de cualesquiera particularidades de cultura, sistemas políticos o contextos institucionales. Y más especialmente, deseaban hacerla una ciencia libre de valores.

León escandalizó a los nuevos cientificistas insistiendo que los sistemas económicos no estaban libres de valores, sino que debían estar apropiadamente basados en la virtud natural de la justicia, la virtud que regula las relaciones entre las personas y las sociedades. Los signos de la justicia económica eran, para Leóno, el salario justo y una más equitativa distribución de la propiedad.

Esto dejó perplejos a los nuevos cientificistas porque el trabajo era para ellos sólo otro factor de producción, su precio era fijado por el mercado, que busca adquirirlo a la tarifa más baja posible. Pero los distributistas señalaron que esto es contradictorio. Los salarios son la principal fuente de la demanda, y si los trabajadores no obtiene una adecuada participación de lo que producen, existirá una falla de la demanda con una recesión como resultado.

Como notó G. K. Chesterton,
El capitalismo es contradictorio tan pronto como está completo. Pues el amo está siempre tratando de recortar lo que su siervo demanda, y al hacerlo está también recortando lo que su cliente puede gastar. Él está queriendo tratar al mismo hombre de manera contradictoria: desea pagarle como un indigente pero espera que gaste como príncipe.
Si un justo salario los dejaba perplejos, la distribución equitativa de la propiedad mucho más aún, puesto que la "libertad" en esta forma de entenderla significaba la libertad de adquirir sin límite. Pero la propiedad física, y especialmente la tierra, es en cualquier momento dado una cantidad finita, que la hace un juego de suma cero. Cuanto más para uno, menos para los otros. Esto permite que no sólo la propiedad, sino el poder, sea reunido en unas pocas manos. Sin embargo, esta concentración de poder es contradictoria con la teoría del libre mercado, que depende de la producción de cualquier mercancía dada extendida en un vasto número de firmas, de modo que ninguna firma tenga poder real sobre el precio. Pero para que el supuesto de "un vasto número de firmas" sea verdad, la propiedad productiva debe estar ampliamente extendida en todo el orden social. Las personas que tienen acceso a la propiedad productiva son más propiamente ciudadanos, mientras que aquellos que no se convierten en meros clientes de las burocracias estatales o corporativas.

La Economía del Don

Tan problemáticos como estos principios son para los economistas, el Papa Benedicto XVI ha elevado las apuestas. Benedicto insiste no meramente en la virtud natural de la justicia, sino en la virtud sobrenatural del amor. En su encíclica Caritas in Veritate, Benedicto insiste en el Principio de Gratuidad, la idea de que por debajo de la economía de intercambio y ganancia, existe la idea del don. En este punto, el economista probablemente diga, "podemos discutir esto en alguna otra ocasión", y el empresario probablemente  refunfuñe, "estoy en los negocios para tener una ganancia". Y el empresario está en lo cierto, debido a que sin ganancias, no puede saber si está dirigiendo su empresa correctamente y distribuyendo sus recursos eficientemente.

Sin embargo, la ganancia no es la única razón para entrar en los negocios. Por el contrario, la empresa es la forma en que muchos expresan sus talentos, proveen para sí mismos y sus familias, contribuyen a sus comunidades. La ganancia, excepto en casos patológicos, no es la única razón. El mundo de los negocios y el intercambio pagan el don, pero nunca lo explican completamente. Un orden social que abandona la idea del don, el Principio de Gratuidad, encontrará que ha perdido la habilidad de sustentarse. Algo por sobre y más arriba de la lógica del intercambio se requiere para un orden social, una yapa o ñapa.

La prueba de la Realidad

Sistemas económicos "perfectos" los hay a patadas, en lo abstracto. Hacerlos trabajar es la prueba real. Necesitamos poder examinarlos en el terreno y funcionando, recorriéndolos, pegándoles patadas en las yantas, y viendo cuáles son sus problemas y sus promesas. Y el Distributismo pasa estas pruebas. Las pasa en la Corporación Mondragón, una cooperativa de cooperativas de España, donde casi 100.000 trabajadores son dueños de 24.000 millones de dólares al año en ventas en más de 200 cooperativas. Pasa la prueba en la economía cooperativa de Emilia - Romagna, donde el 40% del PBI proviene de cooperativas de toda variedad y tipo, y que se jacta de un salario promedio que es el doble del del resto de Italia, y uno de los estándares de vida más altos de Europa. Es probada en empresas cooperativas y mutualistas de todo el mundo.

La viabilidad de una economía basada en pares no es un constructo teórico, sino una realidad que funciona. De hecho, el Distributismo va de éxito en éxito, mientra el capitalismo va de salvataje en salvataje.


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