II-Distributismo, concentración y riesgo
El Distributismo fue concebido principalmente en las mentes de G. K. Chesterton y de Hilaire Belloc como una especie de vía media, una alternativa entre el socialismo (colectivismo) y el capitalismo (individualismo), ambos extremos considerados como formas de una misma esclavitud social. Aunque las ideas fundamentales del Distributismo fueron desarrolladas por Chesterton y Belloc en pequeños artículos en los periódicos New Age y New Witness, casi desde 1911[1], lo más parecido a un manifiesto fundante para el movimiento fue la publicación de El Estado Servil de Belloc en 1912, libro en el que analiza lo que percibe como la lógica represiva de ambos sistemas.[2] Pero el “lanzamiento” del movimiento no tuvo lugar sino hasta 1926, cuando se publicó el panfleto de Chesterton The Purpose of the League, junto a What is Distributism? de K. L. Kenrick.[3] En su Propósito, Chesterton expone sucintamente sus intenciones para el movimiento: “Distributismo significa que cada hombre sea su propio dueño”.[4] Está claro que él dice esto en su sentido casi medieval:[5] “La única forma de preservar la libertad es preservar la propiedad. La única forma de preservar la propiedad es distribuirla en forma mucho más equitativa.”[6] La lógica de Chesterton es consistente en este punto (aunque en la de sus epígonos no lo sea): la propiedad individual de propiedad productiva, la propiedad que consiste en los medios de subsistencia, particularmente la tierra agrícola, es la clave de la libertad personal y política.[7] Belloc también consideraba la tierra agrícola como el factor político clave, pero reconocía que en algunas áreas de la industria, el capital industrial y el financiero podían ser importantes. En estos casos, la propiedad accionaria distribuida funcionaría como sustituta de la posesión de propiedad física.[8]
La preocupación distributista con respecto a la distribución amplia de propiedad productiva es la característica distintiva del movimiento, que explícitamente desafía la concentración de riqueza entre las clases adineradas en el capitalismo y la concentración del control de recursos en manos del Estado en el socialismo.[9] Tras la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, la interpretación de la tenencia de propiedad varió considerablemente. El ensayo de 1947, Main Unchained, de Hope, por ejemplo, al mismo tiempo que sigue considerando a la tierra como fuente de riqueza y a la propiedad productiva como lo principal en sus planes, levanta una preocupación bastante distinta al decir que “Nuestra primera meta material es asegurar que tanta gente cuanta sea posible tenga la posibilidad de poseer la casa o el departamento en que viven”.[10] El hogar y la chimenea no son, en circunstancias comunes, activos productivos, y no habían sido mencionados como tales en las declaraciones anteriores. También es interesante notar que la distribución de propiedad productiva (incluyendo las acciones empresariales) sea considerada necesaria no sólo como medio para alcanzar la libertad personal, sino también para la provisión de “incentivos materiales para trabajar”, sugiriendo que lo último ya no se consideraba incluido en lo primero como antes. Esta incertidumbre en cuanto a la intención y a los fines de la distribución de la propiedad persistió durante el renacimiento neo-distributista de fines del siglo XX. Lanz se focaliza en la “propiedad real” (no necesariamente “productiva”), por ejemplo.[11] Por su parte, Santamaria es más explícito acerca de “la tierra” como la única propiedad que realmente cuenta.[12] Cooney, por el contrario, percibe al Distributismo como una variación del Movimiento del Crédito Social, que le era contemporáneo.[13] Por su lado, Aidan Mackey, de acuerdo con la propia evaluación de Chesterton,[14] hace el comentario correcto, aunque no muy ilustrativo, acerca de que “no existe una definición precisa del Distributismo”.[15]
Sin embargo, a pesar de su ambigüedad teórica, el Distributismo tiene algo que ha expresado consistentemente que parece ser relevante frente a las actuales circunstancias económicas y sociales. El movimiento anticipó casi medio siglo Lo Pequeño es Hermoso de E. F. Schumacher.[16] Como Schumacher, el Distributismo no confía en el tamaño. La concentración económica en relativamente pocas manos, sea algo oficial o comercial, siempre ha sido sospechoso en una sociedad democrática debido a que amenaza con la concentración del poder político también. Desde Thomas Jefferson hasta J. K. Galbraith, la amenaza a las instituciones democráticas por parte de una riqueza distribuida desproporcionadamente fue una preocupación persistente en los teóricos de la política.[17] Pero Chesterton tenía una preocupación más sutil. Incluso si el proceso democrático pudiese ser protegido de la atracción corruptora del poder creado por la riqueza, persiste el problema del posible daño social que trae la concentración en el juicio, lo que es una consecuencia inevitable e indeseable de la concentración financiera. Los beneficios de la coordinación en el juicio dentro de grandes instituciones económicas se ven compensados por el aumento de los efectos dañinos que se producen si el juicio es equivocado. El juicio disperso, el ser dueño de uno mismo dicho en términos distributistas, puede ser algo menos eficiente desde el punto de vista económico, pero es también menos peligroso. El principio que aparece involucrado es el de la diversificación, la extensión de la posibilidad de fracaso (y de éxito) entre una mayor cantidad. Algunos juicios serán equivocados o estarán fuera de lugar, pero se verán compensados al mayor grado posible, por aquéllos que acierten. Con la diversificación, los “picos” del ciclo económico no serán tan altos como con una dirección central. Pero por el contrario, los “valles” económicos no serán tan bajos. El resultado de esto es la estabilidad social con un progreso económico relativamente parejo.
No fue hasta pasadas tres décadas de que Chesterton escribiera esto que los economistas financieros descubrieron un nombre para lo que preocupaba a Chesterton: el riesgo sistémico, la correlación entre las decisiones y, por lo tanto, la posibilidad de que todo vaya mal a la par con consecuencias catastróficas.[18] Belloc ya había demostrado que tanto el capitalismo como el socialismo tienden a incrementar la concentración económica. De ahí concluía que la sociedad industrial tiende hacia la esclavitud masiva no sólo política sino también económica. Sólo al diversificar la toma de decisiones en la sociedad, puede reducirse el riesgo de calamidad económica (y, por lo tanto, social). Luego de la falla sistémica del sistema financiero e industrial, post-Lehman, los promotores actuales del Distributismo con frecuencia señalan este punto como razón suficiente para proponer el tema nuevamente en el debate político.
[1] Cf. G. K. Chesterton, The Outline of Sanity (
[2] J. H. P. Belloc, The Servile State (
[3] El catálogo de la biblioteca Bodleian [de la Universidad de Oxford] dice que este panfleto es de 1900, lo que es ciertamente erróneo.
[4] K. L. Kenrick & G. K. Chesterton, What is Distributism? (London: Distributist League, 1926), p. 3. Por su parte, H. Belloc, en su An Essay on the Restoration of Property (London: The Distributist League, 1936), p. 11, da una definición equivalente. El nombre completo de la Liga era: The Distributist League for the Restoration of Liberty through the Distribution of Property [La Liga Distributista para la Restauración de la Libertad mediante la Distribución de la Propiedad], todo un manifiesto en sí mismo. Puede ser instructivo comparar esto con los fines de movimientos paralelos como el socialismo corporativista como “expresión total del individuo”. Cf. G. D. H. Cole, Guild Socialism Re-stated (London: George Allen and Unwin, 1920), p. 13.
[5] Cf. An Essay on the Restoration of Property: “El espíritu de reacción debe correr a lo largo de todo nuestro esfuerzo para la restauración de la propiedad”. También Arthur Penty, Distributism: A Manifesto (1937), p. 9: “Los distributistas trabajan para un regreso al pasado… El mundo moderno ha estado viviendo del capital espiritual de la Edad Media.”
[6] What is Distributism?, también cf. de Liberty and Property (citado más abajo) la introducción de Chesterton.
[7] Cf. The Servile State, p. 187. De la explicación del panfleto parece difícil distinguir al Distributismo de la filosofía de John Locke. Cf. También H. E. Humphries,
[8] Cf. la introducción de Brons a An Essay on the Restoration of Property de Belloc, p. 6, así
[9] Ciertamente hubo discusiones teóricas similares en el exterior para este tiempo; sin embargo, no conozco ninguna referencia explícita a ellas en los círculos distributistas. Cf. por ejemplo, R. H. Tawney, The Acquisitive Society (
[10] C. G. Hope, Man Unchained (Distributist Association, 1947), pp. 8 y 10.
[11] T. J. Lanz, Beyond Capitalism & Socialism: A new statement of an old ideal: A Twenty-first Century apologia for social and economic sanity (
[12] Ibid., cited p. XXIII.
[13] A. Cooney, Distributism (London: Third Way, 1994), p. 26.
[14] Cf. The Outline of Sanity, p. 78.
[16] E. F. Schumacher, Small is beautiful: A study of Economics as if people mattered (London: Blond and Briggs, 1973). [N. del T.: En castellano, Lo pequeño es hermoso tiene varias ediciones por distintas editoriales.] Cf. A History of English Christianity, citado más abajo, p. 585.
[17] Cf.
[18] Cf. Harry M. Markowitz, “Portfolio Selection”, Journal of Finance, vol. 7, no. 1 (1952), pp. 77-91.
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