Foto: Ditchling en la década de 1920

martes, 16 de octubre de 2018

El Mittelstand alemán prefiere trabajadores felices a mayores ganancias


Las compañías enfrentan el enfriamiento económico con balances fuertes y bares llenos.




Olaf Storbeck desde Waldachtal (Freudenstadt, Baden-Württemberg). 

Klaus Fischer tiene un enfoque a los negocios que haría estremecer a un accionista activista. “La tarea que recibí de mi padre es preparar exitosamente la compañía para el futuro, asegurar los trabajos existentes y crear nuevos”, dice el Sr. Fischer de 68 años, quien dice que “no está en eso por el dinero sino por la diversión”. Escondida en un valle remoto al sudoeste de Alemania, a una hora en automóvil desde Stuttgart, Fischer es un productor de tarugos [tacos, espiches, taquetes o chazos] y autopartes con ventas anuales de más de € 800 millones. Sus oficinas centrales recientemente construidas en estilo modernista contienen uno de los “50 mejores bares de Alemania”, un gimnasio de última generación y una intranet que permite a los empleados descargar cuentos para leer a sus hijos. El Sr. Fischer dice que cuenta las décadas más que los trimestres. En los últimos 40 años, el número de empleados se triplicó hasta alcanzar los 5000, mientras que las ventas crecieron diez veces. En 2017, las ventas crecieron 9%, con el grupo expandiéndose a la impresión 3D y a la tecnología táctil. “Siempre me conduje con la necesidad de ser exitoso junto a mis empleados, no solo”, dice el Sr. Fischer; cuya riqueza, la Manager Magazin estima en € 600 millones.

La imagen global de la economía de Alemania puede estar ligada a los autos BMW, a los camiones Daimler y a las turbinas Siemens pero es el Mittelstand, las compañías pequeñas y medianas como la de Fischer, “la columna vertebral de la economía alemana”, como lo ha dicho la canciller Angela Merkel. Jörg Zeuner, economista jefe del prestamista estatal KfW, subraya que “no es para nada un cliché”: el Mittelstand representa el 70% de todos los trabajos y el 90% de los programas de aprendices.

Entre las 3,3 millones de PyMEs alemanas, las líderes ocupan posiciones líderes en mercados específicos —empaquetado de salchichas (Poly-Clip, en Hattersheim), sistemas de presurización de cabina para aviones jets de pasajeros (Nord Micro, en Frankfurt) o modelos anatómicos tridimensionales realistas (3B Scientific, en Hamburgo). 

“Deliberadamente apuntas a nichos de productos que son demasiado complejos para las compañías pequeñas pero al mismo tiempo demasiado pequeños para nuestros rivales mayores”, dice Sabine Herold, propietaria y ejecutiva jefe de Delo Industrie Klebstoffe, especialista en pegamentos en el Gran Múnich que el último año reportó un salto de 67% en las ventas hasta alcanzar € 159 millones tras expendirse exitosamente en el sector de la electrónica.

El consultor Hermann Simon ha acuñado el término “campeones ocultos” para tales empresas. Registró unas 2.700 globalmente, de las cuales casi el 50% están en Alemania. De hecho, la PyMe promedio en Alemania es 1,5 a 4 veces más grande que en el resto de los países de la Unión Europea.
No son inmunes a las crisis económicas pero observadores como el Sr. Simon ven al Mittelstand bien posicionado para enfrentar desafíos como el Brexit o una guerra comercial. “Muchos de sus productos son simplemente indispensables. Si una empresa tiene una participación de mercado del 50 ó 70%, no puedes reemplazarla.”

Los balances fuertes ayudan. “Los propietarios familiares están personalmente expuestos a los riesgos de la empresa y, por lo tanto, tienden a actuar de una manera más sostenible y pensar en el largo plazo”, dice Edith Weymayr, miembro del directorio de una división del Commerzbank, uno de las PyMEs líderes del mercado de préstamos. Como consecuencia, los balances del Mittelstand tienden a ser sólidos como la roca. En promedio, el patrimonio neto representa un 39% de los activos.

Trumpf Group, una compañía familiar de herramientas y tecnología láser con sede en Ditzingen, al norte de Stuttgart, atravesó la crisis financiera de 2008 sin ningún despido. “Ésta es la aspiración de la familia propietaria para encarar cualquier crisis futura”, dice Lars Grünert, director financiero. 

Con fábricas en tres continentes y cuatro quintos de sus ingresos anuales de €3.600 millones generados fuera de Alemania, Trumpf está expuesto a la volatilidad de la economía global.

Hace un año la empresa comenzó un plan para tiempos tormentosos, lanzando un proyecto con nombre código “Koyer” — un término en alemán antiguo para los constructores de represas. 

“En algunas áreas de negocios, la demanda es aún tan fuerte que luchamos para poder satisfacerla”, dice el Sr. Grünert. Pero agrega que las órdenes chinas de herramientas se están ablandando y que la unidad de negocios está quedando por detrás de sus objetivos.

Las debilidades internas con frecuencia vienen del planeamiento sucesorio y de los feudos familiares. Un grupo tecnológico con sede en Múnich, el grupo Knorr-Bremse, líder global en tecnología de frenos para camiones y trenes, el patriarca de 77 años Heinz Hermann Thiele en 2015 se peleó con su hijo Henrik. En vez de tomar un cargo gerencial, abruptamente dejó la empresa.

Algunos se preocupan que la fortaleza del Mittelstand en ingeniería oscurezca su debilidad en tecnología digital.

Existen contra ejemplos, sin embargo. Brainlab, que produce software de visualización para neurocirujanos, ha tallado el código fuente de su primer software en el vasto frente de vidrio de su imponente nueva oficina central en Múnich.

Hoy sus 1350 empleados generan € 280 millones de ventas anuales. La empresa cuenta como clientes unos 5100 hospitales en unos 100 países. “Cuando comenzamos, el término digitalización no existía”, recuerda Rainer Birkenbach, el ejecutivo tecnológico jefe de Brainlab, quien se incorporó a la empresa como uno de los primeros empleados. 

La gran mayoría de los investigadores de Brainlab tienen su sede en Múnich, lo que según afirma el Sr. Birkenbach no es ninguna desventaja con respecto a las empresas de Silicon Valley. “Buscamos tercerizar partes de nuestras actividades de investigación, desarrollo y programación varias veces”, dice. “Siempre llegamos a la misma conclusión: tiene mucho más sentido mantenerlas aquí en Alemania.”


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