Por James Baresel, para The Distributist Review,
3 de abril de 2012.
No hace mucho encontré a dos personas que
estaban defendiendo a un candidato presidencial liberal y argumentaban que su
elección llevaría a una mayor subsidiariedad en los Estados Unidos. Ninguno de
estos individuos apoyaba la filosofía liberal de este candidato. De hecho,
ambos consideraban esta filosofía como algo singnificativamente erróneo. Su único
argumento a favor era que este candidato lograría muy probablemente una
subsidiariedad mayor. Mis interlocutores puede que hallan estado en lo correcto
acerca de este punto, sin embargo tengo mis dudas de que la subsidiariedad sea
un efecto a largo plazo de su presidencia. Existen quienes están confundidos y
piensan que la doctrina católica de la subsidiariedad coincide con doctrinas
liberales u otras que son comunes en los Estados Unidos a favor de un “gobierno
pequeño”. Quiero señalar algunas diferencias entre las dos.
Algunas de las diferencias más significativas
son:
1) la subsidiariedad es una filosofía social. La
persona humana no puede ser comprendida fuera de su naturaleza social y de su
existencia social. La subsidiariedad considera que en razón de su propia
naturaleza, de la ley natural y, en última instancia, de Dios, se impone a la
persona humana una existencia comunal, social y política.
Para el liberal, por el contrario, la persona
humana es individualista. El liberal considera que los aspectos comunal, social
y político de la existencia humana son el resultado de la libre elección y
considera que estos aspectos de la existencia humana son más de origen humano
que divino.
2) debido a que la subsidiariedad reconoce lo
social de la naturaleza humana, la misma doctrina considera que nuestras
obligaciones hacia la sociedad nos son impuestas por la naturaleza y no por una
libre aceptación. Por ejemplo, entonces, la autoridad del gobierno viene de Dios
y de la ley natural antes que del libre consentimiento de los gobernados. El pueblo
debe obedecer, sea que consienta o no. El salario justo viene determinado, no
por el libre acuerdo entre el empleador y el empleado, sino por las necesidades
financieras del empleado (siempre y cuando el empresario tenga los recursos suficientes
para cubrir estas necesidades y aún cubra sus propias necesidades financieras y
las propias de un negocio sostenible). Debemos contribuir al bien común de la
sociedad en la que vivimos (nuestro pueblo, nuestra provincia, nuestro país,
etc.); incluso si no queremos hacerlo, por lo que podemos ser obligados contra
nuestra voluntad a hacerlo y corresponde al gobierno obligarnos a ello, incluso
si nunca consentimos con la existencia de este gobierno o con su derecho a
hacerlo.
3) de acuerdo con la subsidiariedad, el bien
común debe ser perseguido por toda la sociedad, bajo la dirección y, si fuese
necesario, la coacción del gobierno.
Para los liberales, el bien debe buscarse en
forma individual o mediante organizaciones privadas a las que los individuos
libremente se unen. El gobierno existe meramente para dejar a los individuos
libertad para perseguir el bien más que para dirigirlos a ello.
4) la doctrina de la subsidiariedad sostiene
que el bien común tiene prioridad por sobre la libertad individual.
La libertad individual es parte del bien común,
pero ni se corresponde con todo el bien común, ni es la parte más importante de
éste. El bienestar espiritual y moral de la sociedad y de sus miembros
individuales es mayor bien y tiene precedencia sobre la libertad individual. El
bienestar material de la sociedad también tiene precedencia sobre la libertad
individual. El orden global y el funcionamiento correcto de la sociedad tienen
más importancia. La libertad es un bien dentro de estos límites. Aunque ciertas
restricciones de la libertad puedan impedir el logro de estos bienes superiores,
y cuando la libertad se ve restringida el bien logrado debe ser proporcionado a
estas limitaciones, la libertad sólo es un bien secundario y contextualizado. Es
deber del gobierno perseguir y promover el bien común completo.
Por el contrario, el liberal sostiene que la
libertad individual es el bien más elevado o, al menos, el bien más elevado de
los que el gobierno debe proteger y promover. Para el liberal, la persecución de
bienes más elevados debe ser asunto de la libre elección del individuo y no de
la exigencia y dirección del gobierno.
5) la subsidiariedad entiende las relaciones
entre las personas, entre los individuos y la sociedad, primero en términos de
obligaciones morales antes que en términos de derechos. El rol del gobierno es
hacer cumplir estas obligaciones. El gobierno no debe simplemente reprimir los
pecados de comisión (como el asesinato), sino también los pecados de omisión
(tales como el no contribuir al bien material de la sociedad) mandando a los
individuos a cumplir con las obligaciones pertinentes.
La doctrina liberal entiende las relaciones
entre las personas y entre los individuos y la sociedad en términos de derechos
y no acepta otras obligaciones que aquéllas que han sido libremente
consentidas. Entiende el rol de gobierno limitado a la protección de los derechos.
Para esta teoría, el gobierno sólo debe reprimir los pecados de comisión y debe
ignorar los de omisión.
6) la subsidiariedad sostiene que el camino al
bien común debe ser dejado al arbitrio del nivel más local o bajo de la
sociedad que eficientemente pueda buscarlo. En la medida de que un pueblo pueda
buscar el bien común por su cuenta, el municipio debe dejarlo libre. En la
medida de que un municipio pueda buscar el bien común por su cuenta, la
provincia debe dejarlo libre. Y así sucesivamente, sin interferencias
innecesarias de los niveles superiores. Se me ocurren dos razones para esto.
La primera es que las situaciones y necesidades
particulares son únicas y que nadie más indicado para ocuparse de ellas mejor
que aquéllos que son competentes para entender y responder por su particularidad.
En relación a esto, debemos decir que las respuestas a los problemas deben ser “orgánicas”
antes que concebidas racionalistamente mediante planes uniformes para imponer
utopías. En la subsidiariedad, el control del gobierno local perfecciona lo
real, mientras que la búsqueda de la centralización por parte del gran gobierno
moderno sólo genera falsos ideales.
La segunda razón es que no debe existir más
control ni más restricciones a la libertad por parte del gobierno que las que
sean necesarias para el bien común, siendo que la libertad está esencialmente
subordinada a éste como ya se dijo.
El liberal, por otro lado, quiere maximizar la
libertad. No quiere una mayor intervención del gobierno local, porque sabe que
sería conducente de un control del gobierno más efectivo. El liberal quiere,
por el contrario, minimizar todo control del gobierno.
7) la subsidiariedad reconoce que existen casos
en los cuales más gobierno, incluso mayor centralización, puede ser lo
necesario para el bien común. El bien común tiene prioridad sobre lo local,
aunque sostengamos que lo local es con frecuencia más efectivo para lograr el
bien común.
Por el contrario, el liberal se opone, por
principio, a cualquier aumento del gobierno y a cualquier centralización del
gobierno.
8) la subsidiariedad sospecha de la gran
empresa centralizada incluso más que lo que sospecha del gran gobierno
centralizado. La subsidiariedad, de hecho, prefiere la expansión del gobierno a
la expansión de la gran empresa. Existen múltiples razones para ello.
En primer lugar, es de la naturaleza del
gobierno preocuparse por el bien común y actuar de acuerdo con el interés público.
No todo gobierno ni todo gobernante lo hacen, pero aún así es de la naturaleza
básica del gobierno como tal. Sin duda, muchos de los ejemplos de los peores
gobiernos resultan de la malinterpretación del bien común y del interés público,
más que de puras preocupaciones egoístas. La empresa, por su naturaleza, existe
principalmente por el interés privado, aunque sea también de la naturaleza de
la empresa preocuparse por el bien común, el interés público y sus empleados,
así como de los empresarios. Sin embargo, el asunto es que el gobierno es, por
su naturaleza, el único preocupado únicamente por el bien común y el interés público,
mientras que el interés privados es, por la naturaleza de la empresa, la
principal preocupación de la empresa.
En segundo lugar, es inevitable que si el
gobierno no controla al dinero, el dinero controla al gobierno. Teniendo en
cuenta lo anterior, el control por parte del gobierno del dinero es de interés
público, del mismo modo que interesa al bien común. Si la empresa (“el dinero”)
controla al gobierno, éste puede ser capturado por el bien privado, y por la
empresa, en particular la gran empresa, que está mayormente fuera del control
del gobierno, lo que llevará a una plutocracia o plutonomía. Una economía
apropiada es aquélla en la cual existen fuertes regulaciones del gobierno para
la empresa privada y el mercado, lo que es diferente a una economía de mercado
desregulada o una economía socialista controlada.
El liberal no se opone a la gran empresa. De hecho,
con frecuencia se alegra por ella. Mientras que la subsidiariedad favorece el
localismo en todos los aspectos de la vida, el liberal favorece el localismo sólo
respecto al gobierno (subsidiariedad pública), pero tiende a rechazar el
localismo en los negocios (subsidiariedad privada). Un liberal pordría incluso
llegar a sostener que la posibilidad de que la empresa (“el dinero”) controle
el gobierno es un ejemplo de la libertad humana por sobre el control del
gobierno de la vida de las personas.
9) para la subsidiariedad, la libertad es
principalmente la libertad de vivir una vida católica y moral, para lograr
bienes culturales auténticos y para vivir en una comunidad de vida con la
propia familia, los amigos y los vecinos. La libertad económica tiene una
prioridad relativamente baja. El bienestar material es necesario para perseguir
estos bienes más elevados, por lo que tanto el bienestar material como la persecución
de estos bienes más altos pueden necesitar poner restricciones a la libertad
económica.
El liberal sostiene que el gobierno, el Estado
y la autoridad son simplemente medios para la preservación de la libertad y los
derechos individuales, y no son bajo ningún punto de vista bienes en sí mismos.
Incluso pueden llegar a sostener que el gobierno es un “mal necesario” más que
un bien positivo. Hay algunos que tienen la esperanza de una desaparición progresiva
del Estado en un mundo capitalista.
11) finalmente, la subsidiariedad ve las
relaciones humanas en términos principalmente cooperativos. Parte de la
naturaleza social de la persona humana es vivir en caridad, benevolencia y
mutua cooperación con el prójimo. Esto no significa negar que los efectos del
pecado original con frecuencia nos conducen a no vivir a la altura de nuestra
naturaleza en este caso. Esto no quiere decir que propugnemos un altruismo puro
ni que neguemos lo legítimo del interés personal, incluso a veces a expensas de
otros (como cuando dos personas compiten por un mismo trabajo). Pero sí
significa afirmar que la cooperación, mejor que la competición, es la realidad
básica de las relaciones humanas. El rol del gobierno es específicamente alentar
e, incluso, forzar tal cooperación en beneficio del bien común.
El liberalismo entiende que las relaciones
humanas se dan básicamente de una manera competitiva. El mercado es visto por
esta doctrina como la arena de la competencia.
No creo que este listado de diferencias sea
exhaustivo y, ciertamente, no alcanzo a desarrollar in extenso ninguno de los
puntos mencionados arriba. Sin embargo, espero que esta pieza sirva de síntesis
de las principales diferencias entre estas dos doctrinas, y pueda ayudar a que
aquéllos que buscan implementar y justificar un auténtico localismo y perseguir
el bien común, no se vuelvan hacia las teorías liberales. FIN.
James Baresel es
graduado en Historia de la Universidad de Cincinnati (2005) y magíster en
Filosofía de la Universidad Franciscana de Steubenville (2010). También ha
realizado estudios en el Instituto Franciscano de la Universidad de San
Buenaventura.
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